La mística del regreso / Rembrandt

De nuevo con nosotros la experiencia del ‘hijo pródigo’ del evangelio, su regreso a la casa del padre, la acogida y reconciliación. Fue un volver a casa costoso, pensado, pero de efectos gratificantes e inolvidables.

Esta vez me lo sugirió el releer páginas del libro «El Regreso del Hijo pródigo», Henri Nouwen, sobre el cuadro de Rembrandt, lo mucho que significó también para él ‘volver a casa’. El regreso al hogar como lugar seguro, tras duras vivencias de inseguridad y desarraigo afectivo. Una experiencia de fe y consolación, de reencuentro y perdón.

«Volver a casa significó para mí caminar paso a paso hacia el Único que me espera con los brazos abiertos para tenerme en un abrazo eterno. Rembrandt entendió este regreso espiritual al pintar aquel padre con su hijo, círculo de amor desde experiencias de vida y de muerte».

Cuestiones a partir de la parábola evangélica y las notas de Nouwen:

– ¿Llegaré al fondo de lo esencial, dejándome abrazar por un Dios lleno de misericordia?
– ¿Me sentiré implicado desde dentro, vulnerable, abandonando la postura del observador distante?
– Deberé pasar donde el padre abraza a su hijo arrodillado, lugar de la luz y la verdad, el lugar del amor.

La ‘mística del regreso’ nos dice que el pródigo vivirá el retorno también con temor, ante lo incierto de la acogida o el posible rechazo.

Miraré si dispongo de amor suficiente y me pondré en camino cargando con mi propio pasado, dejando atrás todo reproche o resentimiento, solo así será una experiencia restauradora.

Nos acompañará este lindo soneto de Amado Nervo, poeta mexicano:

«Tornaré como el Pródigo doliente
a tu heredad tranquila; ya no puedo
la piara cultivar, y al inclemente
resplandor de los soles tengo miedo.

Tú saldrás a encontrarme diligente;
de mi mal te hablaré quedo, muy quedo,
y dejarás un ósculo en mi frente
y un anillo de nupcias en mi dedo;

y congregando del hogar en torno
a los viejos amigos del contorno,
mientras yantan risueños a tu mesa,

clamarás con profundo regocijo:
¡Gozad con mi ventura, porque el hijo
que perdido llorábamos regresa».

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The Prodigal Son, H. Rembrandt, The Hermitage Museum, St Petersburg. Vemos el amor compasivo de Dios, su postura de acogida, en el rostro y manos del Padre.
Henri J. Nouwen, El regreso del hijo pródigo. Meditaciones ante un cuadro de Rembrandt, 1994.

-Texto de la parábola en san Lucas c.15.

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